viernes, 30 de septiembre de 2011

Algunas ideas para pensar II / Gilberta Caron

Algunas ideas para pensar II
¿Cómo se construye un destino? ¿Dios juega o no a los dados?

por Gilberta Anatonia Caron

1.Somos lo que pensamos
Todos nosotros vivimos pensando en cosas que queremos realizar: tenemos un deseo y de ahí se generan intenciones. A las intenciones les siguen las acciones, y en consecuencia obtenemos hechos, circunstancias y resultados. Esto dice algo muy bueno: más allá de la realidad exterior -y lo que nos presenta- tenemos una cualidad optimista y única: fomentar las alternativas propias.
Ahora bien, cuando hablamos de alternativas, pienso en un segundo agente maravilloso: la creatividad. Está presente en todos los niveles de la naturaleza. Y como personas también poseemos la cualidad creativa de reinventarnos a nosotros mismos. Una y otra vez. Llegado este punto, ¿ya tendríamos la receta para un destino favorable? Probablemente no. La vida es bastante más compleja y genial. Y quizás en esa condición “de complejidad” reside lo magnífico de forjar un destino único: mucho depende de lo que hagamos por nuestra vida, pero también mucho incide lo que ella haga por nosotros. Y acá es donde cobra importancia la idea que se desarrolla a continuación... /(Autora Gilberta Anatonia Caron)

2. La música del azar
En algún lado leí que “La probabilidad de ganar la lotería es muy baja. Pero la de ganarla sin haber comprado un billete es todavía menor.” También que: “La vida depende en gran medida de los encuentros fortuitos, los giros del destino o los caminos que súbitamente doblan en una nueva dirección”. Entonces, ¿qué incidencia tiene en nuestro destino un factor como el azar? ¿Qué importancia pueden tener las señales que captamos con nuestro costado más intuitivo? ¿Qué papel puede jugar lo que Jung definió como sincronicidad? Para algunos son simples hechos casuales sin importancia. Para otros, un modo en que la vida –ajena a nuestra voluntad- también juega sus cartas.
Vayamos a un ejemplo bastante común: soñamos con alguien que no vemos hace años y al otro día lo encontramos en el subte o en el colectivo.
El segundo ejemplo es algo más complejo: alguien en sueños te recomienda un libro. Al día siguiente vas a comprar el libro y está agotado. Pero esa misma tarde quedás con un amigo para un café. Sin haberle dicho una palabra tu amigo se presenta a la cita con el libro bajo el brazo. Simplemente porque de la nada se le ocurrió que te podría gustar y quiere prestártelo. ¡Aleluya! La primera opción –como dije- es algo bastante frecuente. La segunda, me pasó exactamente como lo relaté.
Con todas sus variantes, estas situaciones nos sumergen en la sensación de que la existencia se sale de lo ordinario para tomar contacto con lo extraordinario. Nos empujamos a interpretar, pensar significados. “¿Pero por qué sucedió así?” “¡Qué loco!” A veces lo comentamos con alguien, otras veces no. Pero no deja de causarnos asombro.
En las opciones que describí, yo definitivamente tenía que leer esa obra para un desafío laboral posterior. Poco después alguien me contrató para editar sus cuentos y era fanático de ese libro. Si bien yo trabajaría -con la intención de potenciar la originalidad de sus escritos- esa lectura previa me dio pautas sobre lo que podría o no gustarle. Favoreció nuestra conexión. Con la irrupción de esa persona, se completaba un círculo que se inició en un sueño y concluía en un trabajo que significaría –para otro ser humano y para mí- una honda gratificación. ¡La vida se las había arreglado para ayudarnos a los dos!
Cada uno realiza la lectura privada de esas coincidencias o sincronicidades. Pero creo que es divertido prestarles atención, porque rara vez ocurren porque sí.
¿Y vos qué pensás a todo esto? ¿Dios juega o no a los dados? /Autora: Gilberta Anatonia Caron

3. El extraordinario origen de la vida
Si leés un poco las teorías acerca de cómo se originó la vida en nuestro planeta, encontrarás que debieron juntarse una serie de sucesos fortuitos y condiciones bastante excéntricas. Visto desde ese punto de vista, se podría decir que somos producto prácticamente de una absoluta, remota e improbable posibilidad.Si a esto le agregamos el prodigio de la fecundación, la existencia –por donde se la mire- es un acontecimiento digno de celebrar.
Entonces: si seríamos casi producto de un milagro, ¿por qué luego establecida la vida y nosotros dentro, aspiramos a que todo debe moverse en parámetros racionales y probabilidades garantizadas?
¿Por qué debemos pensar así cuando nuestro origen se remonta a una secuencia de sucesos tan asombrosa como excepcional?
Para ilustrarlo un poco: la vida sólo puede existir en determinadas condiciones físico-químicas favorables. Pero antes debió existir determinada nube de gases interestelares (mayormente conformada por hidrógeno y helio) que unos 4.600 millones de años atrás diera lugar al sol y nuestro sistema solar. Por supuesto que previamente debió producirse el famoso Big Bang que diera origen al Universo. Pero yendo más atrás necesitamos que el Universo –probablemente explotara ¡Buuuum! - a partir de un solo punto de contracción y densidad infinitas llamado “singularidad”.
En palabras de Stephen Hawking: “El Universo se creó a partir de una gran explosión surgida de una singularidad o un solo punto de distorsión infinita del espacio y el tiempo.” ¿Eh? ¿Cómo? ¿Suena como algo razonable? Si sólo usáramos el pensamiento racional y el “si no lo veo no lo creo” no podríamos aceptar la existencia de ideas tan surrealistas como ésa. Por eso se me ocurre que la naturaleza de lo mágico y de lo extraordinario está involucrada en la vida desde el primer instante de la Creación.
Hagamos planes y llevemos a cabo acciones bien pensadas para perseguir nuestras metas. Seamos constantes y perseverantes en nuestros deseos. Ejercitemos una voluntad de hierro para lo que queremos conseguir. Pero recordemos divertidamente de dónde vendríamos, y estemos receptivos a esas otras cosas extraordinarias que la realidad –tan compleja y maravillosa como la vida misma- baraja a nuestro alrededor / Autora: Gilberta Anatonia Caron


Por último, en palabras de Albert Einstein: “Hay sólo dos maneras de vivir tu vida: una es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo lo fuese.”(Y lo dijo Einstein, ¿eh?)

Autora de los textos: Gilberta Anatonia Caron


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